Por @polloswidzinski.- Brasil sostiene un crecimiento económico sobre todo desde comienzos de este siglo con la llegada de Lula Da Silva a la presidencia. Sin embargo, todavía existe un alto nivel de desigualdad en su población. Es la séptima mayor economía a nivel mundial, pero en las calles no se olvida que fue el último país de la región en abolir la esclavitud, una de las causas por las que tiene la mayor población negra fuera de África. La discriminación se refleja fácilmente en los sueldos que varían según el color de piel.
El gigante de América Latina tiene deudas pendientes con su sociedad, y hacia allí es donde apuntan hoy los objetivos. Estas marcas de atraso social, son las que intenta disminuir la presidenta Dilma Rousseff. El Mundial de fútbol es aprovechado por diferentes sectores sociales para visibilizar problemáticas que no tienen suficiente espacio de discusión en la agenda política habitual.
La esclavitud legalmente abolida en 1888, hoy toma otras formas, por ejemplo a través de la explotación sexual. Una idea importante nació de las integrantesgaúchas del Movimiento Mundial de las Mujeres (MMM), que optaron por comunicarse con los turistas que visiten la ciudad en el período del Mundial. En poco tiempo, esa idea comenzó a extenderse y ampliarse. En las ciudades sede de la Copa, realizaron diversas acciones con el objetivo de denunciar la prostitución –no a las prostitutas-, como parte del actual modelo de explotación del trabajo y la destrucción del territorio. Las acciones también pretenden denunciar el turismo sexual, dar visibilidad a la realidad y a la esencia del trabajo sexual.
En los días previos al comienzo del Mundial se realizó la movilización del MMM, una iniciativa de acción por el fin de la prostitución en defensa del derecho de las mujeres. En el Camelódromo de Porto Alegre, en el barrio Cidade Baixa y el Estadio Beira en Río de Janeiro se vieron frases en portugués, español y francés que decían cosas como: “El mundo no es una mercadería. Las mujeres tampoco” o “El Mundial del capitalismo hace turismo sexual”.
La dictadura militar que rigió desde 1964 hasta 1985 no modificó el avance económico e industrializador que impulsó antes la presidencia de Getulio Vargas, pero sí realizó un quiebre importante en la población: la desigualdad social llegó a niveles incomparables. Al igual que a otros países de la región, el golpe económico se lo dio el neoliberalismo de la década de los ‘90, de la mano de Fernando Enrique Cardoso, electo en 1994 y reelecto en 1998. A partir de allí comenzó la reconstrucción de un país potencialmente rico, pero con grietas que tardarán en cerrarse y que se visibilizan más fuertes en el gigante evento mediático que es el Mundial de fútbol.
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