“Rubén Castro alé, Ruben Castro alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien”. Son los cánticos de la polémica que se escucharon el 8 de febrero en el estadio del Betis y que procedían de las gradas del Gol Sur, donde habitualmente se sitúan los radicales del equipo, los Supporters.
Eso cánticos hacen referencia a Rubén Castro, jugador del Betis acusado por un juez de cuatro delitos de malos tratos y otro de amenazas a su ex novia. El pasado diciembre, el juez consideró acreditado que Rubén Castro habría agredido físicamente en cuatro ocasiones a su expareja, lo que ha quedado demostrado a través de los partes de lesiones aportados a la causa y de las manifestaciones de las propias amigas de la joven, que aseguraron que llegaron a observar que ésta presentaba “marcas” y “lesiones físicas”.
Asimismo, el juez procesó a Rubén Castro por un delito de amenazas leves del artículo 171.4 del Código Penal, pues considera acreditado que el jugador del Betis mandó un mensaje de texto a su expareja con amenazas hacia ella, algo que incluso reconoció el propio futbolista. La Fiscalía pide para el deportista una pena de dos años de prisión y solicita la privación del permiso para la tenencia o porte de armas por dos años y una orden de alejamiento por un periodo de un año y nueve meses.
Esos cánticos que se pueden ver en las imágenes se produjeron el 8 de febrero en el partido Betis-Ponferradina, pero es ahora cuando se ha subido el vídeo a YouTube, aunque también ha sido borrado.
[Nota Fútbol Rebelde] El actual video es de una televisora española, aunque llama la atención que traten de limpiarle la imagen al Betis y sus ultras los que semana a semana hacen apología al fascismo y al franquismo, y que inclusive el grupo fascista intenten defenderse condenando la violencia machista luego de semejantes canticos, claramente organizados.
Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizá sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado, una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos. No puede descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita. Ernesto Che Guevara