El 4 de febrero de 1990 en Tunja, Colombia, llegaba al mundo Nairo Alexander Quintana, hijo de Luis y Eloisa, un modesto matrimonio de campesinos de Cómbita. Ese pequeño –el cuarto de cinco hermanos-, al que cariñosamente en la familia llamaban ‘El Negro’, se convirtió hoy en el primer ciclista latinoamericano en ganar el Giro de Italia. Durante las últimas tres semanas, el líder del Movistar ha tenido que librar muchas batallas para llegar a lo más alto del podio de la ronda italiana. Nada nuevo para Quintana.
Nairo aprendió a luchar desde muy pequeño. A los pocos meses de nacer empezó a padecer fuertes diarreas. A veces estaba muy delgado y otras inflado, con cada tos sangraba abundantemente por la nariz, sus ojos parecían vacíos de vida y en el hospital no encontraban remedio. Sus padres pensaban que no viviría mucho. Sin embargo, una vecina del lugar les dijo que el pequeño padecía la enfermedad conocida como el tentado del difunto, un mal del que solo los elegidos se salvan. A base de remedios naturales con hierbas y buena alimentación, Nairo ganó la primera gran batalla de su vida.
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