En cada superclásico reflota la vieja discusión, el polémico argumento sobre “El estadio de Pinochet”. Los argumentos validando o desacreditando el recurso. Discusión transversal que afecta tanto a hinchas como a periodistas y especialistas, los cuales, enarbolando la bandera azul o la blanca, se atrincheran en su posición para, con fuentes y documentos más o menos válidos, potenciar su posición.
Existen articulos de prensa, videos, escritos, audios y un sinfín de formatos que ayudan a cada bando. Se han escrito columnas en diarios e incluso capítulos en libros intentando, infructuosamente por lo demás, esclarecer el rumor.
Que la dictadura militar utilizó el fútbol como una herramienta en momentos de crísis es innegable. Lo hizo descaradamente el 82. En el mismo momento que la selección competía (o más bien participaba) en el mundial de España, las autoridades ponían fin al dólar fijo sin informar a la población, desatando una crisis inter-cambiaria sin precedentes en el país, incluso más grave que la falta de divisas en los tiempos de la UP.
Lo hizo también en la testera de la ACF, interviniendo una infinidad de clubes. Con la ayuda de los medios de comunicación creó polémicas, programó partidos en fechas “complicadas” y malversó fondos destinados al deporte. En el caso de Colocolo, metió la mano, el codo y todo el brazo hasta el fondo del CSD, cuando el 76 sacó a la dirigencia oficial y puso al BHC a cargo del club. Grupo inversor con grandes capitales, ligado al ala liberal de la dictadura. Bajo este contexto siempre los más grandes en algún momento podrían brindar una mano a la imagen del régimen y al dictador mismo, aunque a este último no le interesara mucho el fútbol.
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