Bajo la lógica del sistema el deporte es para machos, al igual que deben serlo, quienes lo consumen de diversas maneras: revistas, pago de la televisión por cable, suplementos deportivos. En todos estos la mujer es utilizada como objeto y no sólo eso, sino objetos para el vencedor, el exitoso, el que sólo compite pero no gana, no tiene su premio en forma de carne ni fans. Pero hay federaciones que apuestan por cambiar estas practicas y deportistas que por fin se atreven a poner en cuestión estas acciones enmarcadas bajo la excusa añeja y oportunista de que no son peligrosas, porque “sólo son parte del folklore” deportivo.
En Australia por fin han dado el paso de acabar con una típica imagen ciclista evidentemente machista, la de las azafatas besando al ganador en el podio. En su lugar, ciclistas de categoría junior acompañaran a los campeones.
El corredor vasco Mikel Landa no se ha escondido y ha dejado clara que su postura es la de eliminar esa costumbre. “Esa es la línea que hacia la que debemos ir” asegura refiriéndose a la decisión de los australianos. “Sobran. Es tratarlas como objetos, infravalorarlas”, añade el crack de Murgia.
“Aquí es una costumbre arraigada” añade según recogía un periódico español esta semana, “y nadie se atreve a dar el paso pero hay que admitir que poner ahí arriba a mujeres elegidas por que son guapas y tienen buen cuerpo no es la mejor imagen que se puede dar de ellas”. Esperemos que tome nota quien deba decidir y que vaya desapareciendo esa estampa de las carreras ciclistas.
Por Pepo Jimenez.- Probablemente sea la foto de los Juegos, probablemente la hayas visto ya una docena de veces por tus redes. Dos atletas, dos países, dos culturas, un mismo deporte…
Quizás lo más positivo del espíritu olímpico sea esa manera de integrar, de mezclar las culturas bajo una mismas normas, un mismo campo de juego y con el arbitraje de un deporte universal. Lo que no consiguen ni los políticos ni las religiones lo hace el deporte. Pero hay algo más.
La foto está polarizada, la mayoría de las reacciones que hemos leido en Twitter basculan en torno al asombro de un solo lado de la red. A la mayoría de los que están a este lado les sorprende la atleta egipcia, les ‘agrada la vista’ la alemana. Les indigna y da pena la egipcia, les enorgullece la nuestra, la alemana. Lo normal y bueno es lo nuestro. Hipocresía.
Lo mismo deben pensar al otro lado de la red. Pero nuestros pecados nos cuesta más verlos y confesarlos.
La foto solo muestra la realidad de una doble opresión escondida tras el sesgo cultural que nos despista.
Por Tihui Campos [1], Miguel Ángel García [2], Anayanssin Méndez [3].
Durante muchos años la participación de las mujeres en los eventos deportivos como el futbol era meramente ornamental, se dedicaban a preparar la botana y acompañar a sus esposos, padres o hermanos a ver el espectáculo mejor conocido como “El juego del hombre”, pero cuando las mujeres decidieron jugar futbol de manera profesional y “vivir de la patada” se encontraron con declaraciones como las del misógino Joseph Blatter, ex dirigente de la FIFA, quien dijo que si las mujeres querían tener aficionados deberían usar shorts más ajustados.
En México, un país futbolero y machista, sus principales estrellas no se podían quedar atrás, como las acciones que realizó nuestro “ídolo nacional” Cuauhtémoc Blanco, ahora político morelense, quien en un partido agredió a la única árbitra profesional en nuestro país, Virginia Tovar, a quien mandó a lavar los trastes. También Carlos Reinoso y Enrique Borja, en sus años mozos, declararon que “el sexo débil” no debía practicar este deporte ya que era de mucho contacto físico.
El primer partido de mujeres fue entre equipos del norte y sur de Londres. El norte doblegó por siete goles a su contrincante.
El fútbol dejó de ser un deporte exclusivo para hombres hasta el 23 de marzo de 1895 cuando dos equipos compuestos por mujeres desafiaron las prohibiciones y las opiniones intolerantes de la época y disputaron en Londres el primer partido que fue reconocido oficialmente por la FIFA.
Hace 120 años, el duelo fue entre equipos del norte y del sur de la capital británica y fue así como el norte doblegó por siete goles a su contrincante.
Por Manuel González Ayestarán.- El nacimiento del fútbol moderno está estrechamente ligado al surgimiento del estado parlamentario burgués y a los primeros pasos del sistema económico capitalista a finales del siglo XVII y principios del XVIII en Inglaterra. En este sentido, la configuración de las reglas de este deporte y el consenso acerca de su cumplimiento es resultado de la filosofía propia del sistema político entonces creado, en el que diversas agrupaciones políticas competían por el poder parlamentario adscribiéndose a unas reglas concretas bajo la supervisión de un juez. Los artífices de esta transposición de valores fueron los estudiantes de los elitistas ‘public schools’ británicos, que dieron al actual ‘deporte rey’ la forma que hoy tiene al concretar unas reglas comunes para poder competir a nivel nacional entre los equipos ligados a sus centros educativos.
Pero fue a cargo de la clase obrera británica que el fútbol se profesionalizó y extendió, llegando a todas las colonias y puertos con presencia británica en el siglo XIX. Su rápida difusión se debe, entre otras cosas, a la escasez de medios que precisa su dinámica de juego, para la que únicamente se necesita un balón (o algo que pueda pasar por esférico) y unas demarcaciones que hagan las veces de portería.
En Buenos Aires, donde el fútbol es cosa de hombres, un grupo de chicas de la Villa 31 –un asentamiento pobre ubicado a pasos de la zona más rica de la ciudad–, lucha por formar su propio equipo. Con perseverancia y valentía recorren un camino lleno de obstáculos que, al final, les permitirá cumplir el sueño impensado de participar del Mundial de los Sin Techo en Brasil.
Con este punto de partida, Mujeres con Pelotas comienza a bucear en el prácticamente ignorado mundo del fútbol femenino en la Argentina. Y revela cómo desde el prejuicio de las propias familias hasta la total falta de apoyo de los dirigentes locales conspiran contra el desarrollo de un deporte que crece en el resto del mundo, y van a contramano del vaticinio del mismísimo presidente de la FIFA: “El futuro del fútbol es femenino”.
El documental se comenzó a filmar en el 2008 por el interés de Ginger Gentile y Gabriel Balanovsky en la controversia de los estereotipos en cuanto a géneros, especialmente cuando se dice que las mujeres son dóciles o débiles. Las chicas de la Villa 31 proveían la historia perfecta para hablar sobre este concepto cuestionable.
Este 8 de marzo, en el día de la mujer trabajadora, saludamos con total respeto, cariño y aprecio, a todas las compañeras de clase, sobre todo a aquellas que entregan sus esfuerzos cotidianos en pos de transformar la sociedad y construir un mundo más justo y digno para todas y todos.
Un abrazo fraterno y revolucionario desde el Colectivo Fútbol Rebelde.
10 años de aniversario y homenaje mutuo: El 6 de octubre de 2002, y como consecuencia de su unión con el Leioa, que había conseguido el ascenso a la Superliga cuatro meses antes, el equipo femenino del Athletic se vestía de largo de forma oficial vapuleando al Torrejón en Lezama. Esa misma temporada, el 27 de abril de 2003, las leonas repetían goleada ante el Híspalis, en un San Mamés abarrotado, para alzar su primer título de Liga.
Ha pasado una década de aquel primer curso histórico. Algunas supervivientes de aquel equipo debutante, que ha engordado su palmarés con otros tres títulos, defienden todavía la camiseta rojiblanca, junto a compañeras que por aquel entonces apenas levantaban un palmo del suelo. Y lo hacen convertidas en un referente del fútbol femenino, en Euskal Herria y más allá de sus fronteras, y con la misma ambición que, diez años después, puede verse nuevamente recompensada.
Esta valiente mujer desafió las normas establecidas cuando en 1967 se convirtió e la primera mujer en correr una maratón, ya que hasta ese momento se trataba de una prueba exclusivamente para hombres.
Para ello se inscribió como KV Switzer y cruzó la línea de salida con el dorsal 261 como si fuera un corredor más. Pero Kathrine pasó a la historia cuando uno de los jueces a mitad de la carrera se dio cuenta y salto tras ella para detenerla, pero el resto de corredores se lo impidieron y la “escoltaron” para que pudiera terminar la carrera, con un tiempo de 4 horas y 20 minutos. Ese es uno de los momentos inolvidables de la historia de los maratones que quedó para el recuerdo en esta foto.