Hace más de 65 años se construyó el Estadio Maracaná en Río de Janeiro, iconográfico testigo de la primera Copa del Mundo en Brasil. Uno de los sectores más emblemáticos del monumental estadio era el Geral, zona destinada a las clases populares por lo económico de las entradas, en la que todo el mundo podía ir a ver los partidos y expresar sus puntos de vista.
Con la reforma para el Mundial de Brasil de 2014, la geral desapareció y cambiada por asientos estilo europeo. “Geraldinos” (nombre con el que se conocía a los habitantes de esta grada) documenta la desaparición de la grada, registrando los diez últimos partidos en los que existió, permitiéndonos acercarnos a sus integrantes. Su director, Pedro Asbeg, ganó el Premio del Público a la Mejor Película en la edición de 2015 de Thinking Football Film Festival, organizado por el Athletic Club de Bilbao, con “Democracia em preto e branco”.
El documental evoca la figura de entrañables amantes del fútbol que se han visto desterrados del Maracaná, pero sobre todo es una crítica concreta a una de las “Maravillas” del fútbol de mercado, el despojo de las clases más humildes de poder acudir a ver un partido un fútbol, una clara expresión de la mercantilización de lo que debe ser un derecho humano y social: el derecho al ocio, a la recreación y al deporte.
Por Mauricio Becerra.- Desde que fuera reformado para la Copa del Mundo 2014, el estadio más grande del mundo, el Maracaná, pasó a ser el Nº 22. En otros estados de Brasil el proceso fue inverso, dejando verdaderos elefantes blancos. El hecho es otro efecto de la privatización de los estadios, denominados en jerga neoliberal como ‘arenas’, los que fueron construidos con dineros del Estado y concesionados a consorcios privados por hasta más de tres décadas.
Un cartel dice en la entrada del estadio más grande del mundo: “Aquí Brasil construyó su historia”. Construido para la Copa del Mundo de 1950 era hasta hace poco el estadio más grande del mundo, con capacidad para 200 mil personas. La remodelación para la actual Copa lo redujo a 78 mil. En las calles de Rio de Janeiro se comenta que los privados ganaron al patrimonio público por goleada.
Luciano Teixeira, morador de la favela Metro Mangueira, ubicada a una cuadra del estadio Maracaná, en Rio de Janeiro, estaba acostumbrado a ir a ver a si equipo Vasco de Gama pagando una entrada de de 15 reales ($3.700). “Cruzaba la calle y estaba en pocos minutos en el Maracaná”- nos cuenta. Pero desde el año pasado, para la Copa de las Confederaciones, el promedio de la entrada subió a 45 reales ($11.250) y se empinó aún más tras la Copa del Mundo realizada en Brasil.
Uno cumple las funciones de un maestro. Yo estoy con la pedagogía de Paulo Freire: el maestro no enseña nada, ayuda a aprender al alumno. Y yo también. Transmito lo que he aprendido de Menotti, de Erico, de Sastre, de Pedernera y de tantos maestros. Ángel Cappa