Por Paulo Inostroza.- Tres partidos se jugaron en la zona, cinco de los nuestros en cancha y gente que quiso ir al estadio a defender lo suyo. Una jornada donde nadie se acordó del clásico en España o que la “U” y Colo Colo empatan en el liderato.
¿Acaso el Vial está en Tercera por culpa del “Conce”? ¿O el “León” está desafiliado por voluntad aurinegra?
Messi marcaba un doblete contra el Madrid, mientras la familia lila se metía la globalización al bolsillo. En un solo gran gesto. Al mismo tiempo, Naval y Lota sacaban chispas en la vuelta al Federico Schwager. Setecientos amantes del fútbol no estaban ni ahí con el partidazo que pudo definir la liga española o la derrota colocolina que acaba de prender el campeonato nacional. Querían ver a los suyos, disfrutar y sufrirlos por igual. Porque estar en la casa, sentado, viendo TV lo consideran un contrasentido. Su casa es el estadio y eso no se discute.
Fue un día lindo, nostálgico y hasta esperanzador para el fútbol local. Un día donde se jugaron tres partidos en la región y ningún protocolo de seguridad lo impidió. Porque se puede, aunque no siempre se quiere. En el Mall del Centro vi un hincha de Osorno que era aplaudido por la gente de Deportes Concepción. Porque, más allá de los colores, se dan cuenta que son iguales. Un tipo que viaja solo a ver a su equipo en un amistoso que solo él valora y salva el almuerzo con un completo italiano. Blancos y morados son lo mismo. Gente del sur salvando un espectáculo que sienten propio.
«Puedes cambiar de mujer, de religión, pero nunca puedes cambiar de equipo de fútbol». En su película “Buscando a Eric”, el conocido director británico Ken Loach resumió en una frase la pasión por unos colores. En el AWD-Arena del Hannover 96, de la Bundesliga, hay una sala de partos, en una clínica anexa al estadio, donde los recién nacidos no solo reciben un pijamita con el emblema del club, sino que se convierten en socios durante su primer año de vida. El Hertha de Berlín y el Schalke permiten a sus aficionados darse el «sí quiero» en el campo, algo que también facilita el Tottenham con una liga Spur de regalo para la novia. Al contrario que el Boca Juniors, que desde 2006 tiene su propio cementerio -incluidos féretros con sus colores-, iniciativa seguida por el Hamburgo y el Schalke.
Pero donde el fútbol son más que unos colores, una religión, es en Argentina. Y allí, esta semana, este miércoles, los fieles seguidores de Rosario Central festejaron un año más la bautizada como `palomita de Poy’. Todo se remonta, según la preciosa historia que Sergio Pinto rememora en “Magazine Perarnau”, al 19 de diciembre de 1971, cuando el canalla Aldo Pedro Poy se convirtió en leyenda del club rosarino al anotar de palomita el gol de la victoria ante el histórico rival leproso de Newell´s, en semifinales del torneo nacional, en el Monumental de River. Se llamó la batalla de las batallas y dio pie al genial escritor Roberto `El Negro’ Fontanarrosa a dar vida literaria al entrañable `viejo Casale’.
Las gambetas no son de izquierda o de derecha. Pero se dice un fútbol de derecha a aquel fútbol especulador, al que sólo le interesa ganar, como al tipo al que sólo le interesa la guita y que no le importa el contenido. A la izquierda sí le interesa el contenido, la ilusión, la emoción. A la derecha no le importa la emoción, le importa ganar guita y punto. Y para ganar guita, destruyen el planeta, destruyen a la gente." Ángel Cappa