Por Damian Didonato.- Cristiano Lucarelli es un militante político que además jugaba al fútbol. Su recorrido en el Livorno habla de un tipo que decidió respetar su ideología antes que ir a buscar la riqueza.
“Algunos creen que el estilo de vida de un futbolista no se condice con el comunismo, pero yo ya era comunista antes de ser futbolista”. Cristiano Lucarelli no es un jugador de fútbol como los demás. Es un militante de izquierda cuyo trabajo es hacer goles. Así lo demostró desde su debut profesional y durante toda su carrera honró esa ideología con acciones, palabras y gestos. Jugó gran parte de su vida en un equipo menor porque sus hinchas se indentificaban con sus mismas banderas y nunca se preocupó demasiado por el dinero, uno de los principales intereses de sus colegas.
Tenía 21 años cuando, en 1997, jugó un partido para la Selección italiana sub 21 en el estadio Armando Picchi de Livorno, su ciudad natal. En las tribunas estaba su familia, sus amigos y sus compañeros de la vida. Todos habían ido a ver al ídolo del pueblo, al crack de los potreros que había llegado adonde la mayoría no puede. El encuentro frente a Moldavia se televisaba en vivo para toda Italia por la RAI y él sabía que era su gran oportunidad para mostrar al país cómo se vivía el calcio en su hogar. Fiel a su costumbre, marcó un gol y lo festejó a su manera: se sacó la camiseta y debajo de la Azzurra tenía una remera con la imagen del Che Guevara.
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