“La idea es eliminar las barras organizadas y que el aliento sea espontáneo”. Con esa frase fue inaugurado el plan “Estadio Seguro”, conjunto de medidas y restricciones sin precedente alguno en el fútbol chileno, que ha revolucionado la convivencia al interior de los recintos deportivos. ¿Por qué surge ahora un plan de estas características y no antes? ¿Combate efectivamente el problema de la violencia en los estadios? ¿Cuáles son los objetivos reales del programa? Conversamos con un sociólogo, un ex dirigente, un ex líder de barra y éste fue el resultado.
Por José Miguel Sanhueza y Raúl Andrade
Seis de diciembre del año 2000. Colo Colo, alejado de la pelea por el título, juega ante O’Higgins en el Estadio Monumental. Era un partido más para los albos hasta que en el sector norte de la tribuna se vivió una de las situaciones más brutales que recuerde el hincha chileno. Sandor Voisin, más conocido como “Barti”, extrajo un cuchillo de su ropa y apuñaló al entonces líder de la “Garra Blanca”, Manuel Saavedra (“Huinca”). La imagen dio vuelta al mundo y hasta hoy sigue en el imaginario futbolero.
Una década después nace “Estadio Seguro”, programa que ha saltado a la palestra por las inéditas medidas que ha implementado en las canchas del fútbol chileno. Un conjunto de acciones dispersas se profundizan y adoptan la fisonomía de una estrategia política, con el rostro principal del ingeniero comercialCristián Barra. El operador político, ligado a RN, desde el comienzo hizo explícitos los objetivos del programa: “La idea es eliminar a las barras organizadas y que el aliento sea espontáneo”.
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