Por Gilberto Carrillo (*).- Habíamos guardado silencio en torno a la polémica por los actos racistas que recientemente sufriera nuestro compatriota venezolano Emilio Rentería, futbolista de la vinotinto que presta sus servicios en el club San Marcos de Arica de Chile. No obstante, se han emitido tantos comentarios en redes y foros sociales, que quienes condenan tales actos terminan haciéndolo con los mismos calificativos o hasta peores. Recordemos que el 7 de noviembre del año en curso, el delantero criollo sufrió ante O’Higgins una serie de insultos alusivos a su color de piel, evento que repetiría la barra del Deportivo Iquique, aun cuando estaban en condición de visitante. Vimos el video donde Rentería celebra el gol marcado, y a decir verdad no nos parece que un baile y golpear su pecho con la mano, sean elementos que justifiquen la indignante respuesta de los hinchas iquiqueños.
Los que amamos el fútbol sabemos que estas situaciones -por mucho que duelan- siempre van a estar propensas a repetirse, porque sencillamente se hacen debates pero no se concretan los mecanismos que permitan de una buena vez acabar con este flagelo que se propaga por el mundo con más fuerza que el Ebola. Las federaciones o asociaciones de cada país, sancionan a los clubes con multas cuyo dinero nadie sabe a dónde va a parar, y lo lamentable es que quienes incurren en estas graves faltas siguen vagando por los distintos campos de fútbol haciendo de las suyas dentro y fuera de las tribunas. Veo con suma preocupación las opiniones que se han emitido tras el caso de Emilio Rentería, primeramente porque se está hablando de Chile en términos generales como una nación racista o xenófoba y eso es un grave error.
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