Por Verónica Moreira(*).- “Me encanta el fútbol, de cualquier categoría y, por supuesto, voy a ver y seguir los partidos del mundial. Pero nunca generé un sentimiento de pertenencia con la Selección. No me agobia su derrota y no siento por ella ni una ínfima parte del inmenso amor que siento por River”. Fue la frase que expresó una joven hincha argentina cuando le pregunté si estaba entusiasmada con el Mundial. Sus dichos coincidieron con las apreciaciones de otros fanáticos de distinto género que no dudaron en declarar la supremacía del amor tribal por sobre el de la Selección Nacional. Pero aquí me quiero centrar en la experiencia de esta joven que, como otras fanáticas, eligió el fútbol como deporte para practicar y mirar; y que, como otras, se lamenta por los mecanismos de invisibilización y cosificación a las que son sometidas en los medios periodísticos. Frente al ingreso progresivo de mujeres al universo del fútbol, la pregunta es ¿cuáles son los espacios que ellas (periodistas, deportistas y fanáticas) tienen en los distintas medios? ¿Cómo son representadas durante el mundial, considerando que éste es un momento singular en el que abundan, hasta la saturación, las narrativas sobre la patria? Bastarán algunos ejemplos que surgen de la lectura del diario Olé –el periódico deportivo más popular de la Argentina– para mostrar ciertos aspectos de la relación entre fútbol, mujeres y medios de comunicación.
Un entrenador genera una idea, luego tiene que convencer de que esa idea es la que lo va a acompañar a buscar la eficacia, después tiene que encontrar en el jugador el compromiso de que cuando venga la adversidad no traicionemos la idea. Son las tres premisas que tiene un entrenador. Napoleón no era un táctico, sino un estratega. Si tenía que cambiar, cambiaba. Eso vale para el fútbol también. Cesar Luis Menotti