Pasó en la frontera entre Chile y Argentina a la altura del Ñuble, y pasa bastante más seguido en la larga frontera que compartimos con el pueblo trasandino, y también en el norte donde compartimos estos límites ficticios, con bolivianos y peruanos. Al igual que en la votación de la paz en Colombia, donde los menos relacionados en los efectos de los guerra, votaron porque está continuara, en el tema de los chauvinismos y nacionalismos, son los que menos viven en contacto y se relacionan con personas de nacionalidades y culturas diferentes, quienes más propagan el germen racista, xenófobo y discriminador. Es así, como en las zonas fronterizas, salvo para los milicos y las policías, la nacionalidad que diga tu carnet de identidad, importa poco y nada, porque los pobladores que en un principio se necesitan casi por un acto de subsistencia, transforman estas relaciones en una forma de vida, donde se apoyan mutuamente y solidarizan entre sí.
Sofía Uribe, seguidora de Fútbol Rebelde, nos envió una hermosa noticia que rompe con los esquemas de división entre pueblos. Durante el fin de semana anterior (1 y 2 de octubre) se llevó a cabo una actividad futbolera fraterna en Argentina en la localidad denominada Manzano Amargo. En dicho encuentro participaron vecinos y vecinas del Club Deportivo Nelson Oyarzun pertenecientes a la comuna de San Fabián (Chile) y pobladores del Club Manzano Amargo, de la localidad neuquenina.
Este encuentro nace producto de la amistad chileno-argentino teniendo dos grandes aspectos en común: Amantes del fútbol y de la cultura arriero campesina, que tanto en Argentina como en Chile, luchan constantemente porque no muera, en manos de la cada vez más potente cultura hegemónica norteamericana, que niega las raíces comunes, entre los pueblos latinoamericanos.
Cabe destacar que este encuentro, no sólo fue un partido amistoso, como muchos que se juegan en zonas fronterizas, sino que se desarrolló en un ambiente en donde primó el respeto, la alegría, la fraternidad y sobre todo la cultura popular.
Los integrantes que vemos en la fotografía son dueñas de casa, trabajadores del área de construcción, estudiantes, cesantes, entre otros pobladores de dichas localidades, que día a día luchan y se sacrifican para tener una vida mejor.
Con este tipo de instancias, queda de manifiesto que el fútbol no es el “opio” del pueblo, en si mismo, sino que con un sentido comunitario, tolerante, crítico y transformador, permite fortalecer lazos fraternos, sociales y culturales, disminuyendo así el chovinismo, el falso patriotismo que las clases dominantes de cada uno de nuestros países, nos han querido hacer creer para que así conflictuemos entre pares de un mismo pueblo-clase mientras ellos se siguen enriqueciendo a costa de la explotación de nuestro trabajo.