Por Martín Espinoza.- El príncipe llegó a Alemania. Como tantos otros, arriba a un país cuya cultura desconoce en absoluto y cuyo lenguaje probablemente jamás aprenderá. Llega después de su reciente y exitosa incursión en Brasil en donde, gracias a una mixtura poco común de pachorra y técnica, deslumbró y se consolidó en la liga más extensa del mundo. Llega después de, pala y picota mediante, haberlo ganado todo con la mejor Universidad de Chile de la historia. Llega tras haberse ganado la veneración de una hinchada orgullosa y difícil, una que pocas veces perdona que un jugador vista su casaca después de haberse calzado la del archirrival.
Aránguiz llega arrastrando una historia de empeño y choreza bien enfocados. La trayectoria de Charles es un cuento silencioso. Un relato que narra, en susurros, la historia de un obrero emblemático. La del ícono del trabajador esforzado, de un pobre digno que corrió una suerte inédita: que su desempeño bajo perfil obtuviera una recompensa justa.