* Por Juan Cruz Komar, futbolista de Talleres de Córdoba.- Quizá por el empuje de mis padres, ambos docentes, me tocó informarme, interiorizarme y preocuparme respecto a ciertas problemáticas sociales que trascienden al fútbol y a la televisión. Porque sí, muchas veces existe una bajada de línea que nos hace ver como enemigos a quienes están oprimidos, cuando la realidad indica precisamente lo contrario: nuestros quilombos suelen caer desde bien arriba, entre los gritos que pegan sus billeteras…
¡Pero qué peligroso, pibitos con viseras!
Viviendo, leyendo, caminando y visitando barrios, escuché vocesitas, escuché ruiditos y escuché estómagos, en muchos comedores populares como éste que sostiene la asamblea de La Poderosa en el barrio Yapeyú. Hay que conocerlos, como sea, porque sólo ahí se aprenden determinados saberes, incluidas las causas reales de los problemas materiales que suelen atribuirle a la villa, como si fuera un infierno, para nunca revisar la responsabilidad del gobierno. ¿O cómo funciona esa famosa “meritocracia”? Quieren naturalizar que uno tiene lo que se merece, para poder llamar vagos a los que no tienen lo que se merecen, víctimas de la exclusión y también de una estigmatización terrible. Sin techo, sin pan y sin trabajo, no se presentan tan accesibles las conquistas, ni las oportunidades, ni las compuertas…
Benditos los moralistas, que nacieron con sus necesidades cubiertas.
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