Por Fútbol Rebelde.- A propósito del paro convocado por el Sindicato Interempresa de Futbolitas Profesionales de Chile (Sifup) con motivo de la alta cesantía en que se encuentran muchos jugadores, el nefasto sistema de ascenso/descenso aprobado por el consejo de dueños de los clubes en la ANFP y una serie de deudas impagas que tienen las SADP con deportistas de diversos equipos, hoy traemos a la palestra la historia del primer intento de formación de una organización sindical por parte de los futbolistas chilenos.
El futbolista de Universidad de Chile, Óscar “Garrocha” Sánchez, tras ser campeón con los universitarios en 1940, intenta entre los años 1941 y 1942 crear el primer Sindicato de Futbolistas, bajo el nombre de Asociación de Futbolistas Profesionales.
El fútbol profesional crecía, aumentaban el número de clubes y empezaban a verse los problemas derivados del propio crecimiento y las malas practicas por parte de los dirigentes de los clubes. Había llegado la hora de ponerle fin al ideal del futbolista mudo y ciego afuera de la cancha, era la hora organizarse como trabajadores del fútbol.
El prolífico autor, que ya había sorprendido con Cómo vive una vaca, aborda en su último trabajo el terrible y descarnado universo del fútbol infantil, el cual describe sin eufemismos y sin bajar línea. Lo suyo –asegura– es la observación participante.
Por Gustavo Veiga.- Juan Pablo Meneses no tiene pinta de ganadero ni de agente de jugadores FIFA. Compró una vaca, La Negra y en 2008 escribió en un libro la experiencia de cómo transformarla en churrascos o carne picada. Reincidente, para Niños futbolistas –su último trabajo– consiguió apropiarse del pase de CL, con el objetivo de venderlo en algún club de España. El escritor chileno llama a estos experimentos “periodismo cash”. Le interesa el tema del consumo y actúa en consecuencia. Agudo, original, podría decirse que sigue los pasos de Umberto Eco en Cómo se hace una tesis. Toma un objeto de estudio (el bovino, el pibe jugador) y se vale de esos instrumentos para descubrir qué pasa con ellos en medio del sistema de producción capitalista. El resultado es tan analítico como desopilante.
El libro Niños futbolistas, de Juan Pablo Meneses es un proyecto para el que el cronista ha recorrido Latinoamérica y España en busca de un niño futbolista. Un relato extremo que desvela la cara oculta del mercado futbolístico: el tráfico de niños, la presión de las familias, las escuelas y ojeadores de clubes españoles, los mecanismos, los viajes, las esperanzas y los fracasos.
La obra: “Lo que más se vende al extranjero son los argentinos; los uruguayos son un producto en alza porque se adaptan a todas las condiciones y muchos también tienen pasaporte europeo, pero un brasileño todavía vale más que el resto”.
A 45 años, hoy se habla de como el mayo francés caló también en el mundo del fútbol galo y algunos jugadores se rebelaron contra unos contratos de casi semiesclavitud con sus equipos. Llegaron a ocupar la sede de la Federación Francesa de Fútbol durante cuatro días y demostraron que en el fútbol también existe la lucha y el sacrificio fuera del campo por más cosas que meter un balón entre los tres palos.
En tiempos convulsos y revueltos como los que vivimos habría que replantearse que fútbol queremos y dejar claro que lo que nos venden como fútbol no es más que una orgía de dinero e intereses, un ámbito otrora lúdico e idílico corrompido hoy por el más grosero e infame mercantilismo, una farsa que vulgariza y prostituye el espíritu original del magno deporte planetario. Creo que, para empezar, sería necesario el fijar topes salariales y “amateurizar” un deporte que hoy oficia de circo narcotizador de mentes…y que a pesar de todo no nos deja (ni dejará) de gustar.