Por Joseba Vivanco.- “Los gualdinegros de Basauri fueron un equipo humilde sin ningún complejo entre los grandes clubes vizcainos”. Existe una fotografía del gran Piru Gainza rodeado de aficionados y que resume lo que era el ritual de `subir a Basozelai’, el no menos mítico campo en el que se fraguó la mayor parte de la historia, un siglo ya, del Basconia, el club que nació al rebufo de la fiebre futbolera en Bizkaia, que aglutinó a lo mejor de Basauri con un balón en los pies, que tuvo su época dorada, que eliminó en Copa a todo un Atlético de Madrid y cayó con honra ante el Barcelona de Kubala y compañía, que apadrinó el nacimiento de una auténtica leyenda como José Ángel Iribar, un club que, lo más importante, siempre se mantuvo fiel a su carácter popular. El equipo que se forjó al calor de los mismos hornos que moldearon el Puente de Deusto o el Arco de San Mamés.
Cien años de historia viva recopiladas ahora en un libro y un documental de 90 minutos -obra de Jon Villapun- presentados ayer delante de muchos de aquellos que un día vistieron la camisola aurinegra. Como el mismísimo Txopo. «El Basconia está buscando un portero. ¿Quieres probar», le preguntó Salvador Etxabe un buen día que se acercó hasta el caserío de sus aitas en Zarautz. El propio Piru le dio su bendición, en la pensión Ibarrondo le acogieron como en su casa, se estrenó contra el Indautxu, se consagró contra los colchoneros y hasta Kubala le dijo, a sus 18 añitos, «chaval, si quieres te fichamos».
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