Por Vanessa Vargas Rojas.- Te tuvieron miedo, Paula, los dejaste muy asustados. La idea de recibir órdenes de una mujer los apabulló: tuvieron que argumentar incomodidad en el camarín. Como si la mayoría de los equipos de fútbol femenino no fueran encabezados por hombres. Como si una mujer repartiendo instrucciones a 11 jugadores fuera un insulto, una mala broma. Algo inconcebible, que podría inspirar a otras a seguir su ejemplo.
Estaba todo listo para que Paula Navarro hiciera historia. La noticia de la posible llegada de la entrenadora a la banca del equipo masculino de Santiago Morning ilusionó a numerosas hinchas y generó eco entre los medios deportivos de la región, quienes apuntaron el hecho como un momento excepcional para las mujeres en el fútbol.
Pero no podía ser tan sencillo, menos en Chile. Apenas el presidente del club, Miguel Nasur, la apuntó como una buena candidata, recordando que “ha peleado todos los campeonatos últimamente”, un grupo de hombres del mismo plantel hizo sentir su furia masculina y se encargó de llenar de dudas el nombramiento.
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