El Red Star no es solo un decano del fútbol francés, sino también un club símbolo del ‘underground’ futbolístico en París cuya hinchada se reivindica como la antítesis del “nuevo rico” de la capital, el PSG del brasileño Neymar.
“Venimos aquí para ver un fútbol auténtico”, “lo que nos interesa es el ambiente”, “el dinero no lo es todo”, “encarnamos los valores del cinturón rojo comunista”. Estas son algunas de las frases que resumen la filosofía de los aficionados del Red Star, quienes prefieren ver en directo a un equipo de la Tercera división antes que al PSG, el multimillonario vecino.
Las obsoletas y desgastadas instalaciones del Stade Bauer, la sede del Red Star desde 1909, no hacen más que ensalzar el romanticismo que rodea a este legendario club que acogió en los años 40 a figuras como Helenio Herrera, el padre del “catenaccio”. “Esto no tiene nada que ver con el Parque de los Príncipes (estadio del PSG). Allí la gente se queda sentada”, critica en declaraciones a EFE Jean-Philippe Dumas, quien se presenta ataviado con una bufanda a rayas verdes y blancas, colores que identifican al club junto a la icónica estrella roja que porta en su escudo.
Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizá sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado, una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos. No puede descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita. Ernesto Che Guevara