Por Manuel González Ayestarán.- El nacimiento del fútbol moderno está estrechamente ligado al surgimiento del estado parlamentario burgués y a los primeros pasos del sistema económico capitalista a finales del siglo XVII y principios del XVIII en Inglaterra. En este sentido, la configuración de las reglas de este deporte y el consenso acerca de su cumplimiento es resultado de la filosofía propia del sistema político entonces creado, en el que diversas agrupaciones políticas competían por el poder parlamentario adscribiéndose a unas reglas concretas bajo la supervisión de un juez. Los artífices de esta transposición de valores fueron los estudiantes de los elitistas ‘public schools’ británicos, que dieron al actual ‘deporte rey’ la forma que hoy tiene al concretar unas reglas comunes para poder competir a nivel nacional entre los equipos ligados a sus centros educativos.
Pero fue a cargo de la clase obrera británica que el fútbol se profesionalizó y extendió, llegando a todas las colonias y puertos con presencia británica en el siglo XIX. Su rápida difusión se debe, entre otras cosas, a la escasez de medios que precisa su dinámica de juego, para la que únicamente se necesita un balón (o algo que pueda pasar por esférico) y unas demarcaciones que hagan las veces de portería.
Un falso vídeo en el que la televisión estatal de Corea del Norte informa de que este país jugaría la final del Mundial de Brasil 2014 se ha convertido en un éxito en Internet con más de 4 millones de visitas después de que varios medios internacionales lo consideraran verdadero.
El canal “Korea News Backup” subió el sábado al portal Youtube este video, en el que una de las presentadoras habituales de la televisión norcoreana anuncia (mediante doblaje) que Corea del Norte, país que no logró clasificarse para Brasil 2014, se dispone a jugar la final del Mundial contra Portugal.
La falseada narración y las infografías explican que la selección de Corea del Norte ha logrado llegar a la final tras derrotar 7-0 a Japón, 4-0 a EE.UU. y 2-0 a China (país que tampoco participó en el torneo).
Por Emilio Delgado.- A menudo, cuando hay un evento futbolístico importante, las redes sociales se llenan de mensajes de activistas de izquierda que tachan a quienes bramaban el día anterior con el partido, de falta de compromiso político, de atolondramiento o de dejarse manipular sin el más mínimo sentido crítico, de ser, en definitiva, una caterva de paletos.
Cierto es, que la industria del fútbol ha convertido este deporte en un negocio, que tiene unas funciones claras de alienación y control social y que el poder lo impregna de valores ideológicos insoportables para cualquier persona progresista (nacionalismo rancio, españolismo, capitalismo y espectáculo, apoyo a la monarquía, machismo, utilización de los sentimientos identitarios nacionales, interclasismo, etc…), aunque no de manera muy distinta a como lo hace en otros campos como el cine, la televisión o la música, que no por casualidad en los cuarenta principales suenan Andy y Lucas en lugar de Riot Propaganda.
Lucha de clases, lucha de ideas, que cosa más cierta. Y claro era impensable e imposible que luego del reciente conflicto de Aysén no fueran a salir los “republicanos” de siempre -antiviolentistas pero golpistas, que paradoja-. Los mismos. con eterno derecho a tinta, papel y tribuna en los medios de desinformación masivos, a escribir y vociferar parangones entre el movimiento estudiantil y el de Aysen, catalogando como buenos dirigentes y maduros a los últimos y como todo lo contrario a los estudiantes.
Pero hay una cosa que no dicen, y es que la gran diferencia que le permite a dirigentes como Iván Fuentes salir airosos de esta gran movilización, es el elemento económico en juego, la producción, que sí se vio afectada y cortada en toda la región de Aysén producto de los mismos métodos que usaron los estudiantes el año pasado: la autodefensa contra la represión policial, los cortes de rutas y las asambleas populares…en definitiva, el control de la calle por parte del pueblo organizado.
En el caso del movimiento estudiantil, la producción de la riqueza -salvo por las grandes jornadas de lucha que se dieron en los centros de las ciudades, que sí afectó al sector servicio y al comercio- prácticamente no se vio afectada el año pasado, de ahi la total calma e intransigencia con que se tomó el gobierno las demandas de los/as estudiantes.
Suponer que en Aysen no se radicalizó el movimiento no sólo es ridículo sino una falacia de las más grandes. Ambas movilizaciones muestran el camino: si el pueblo en conjunto, estudiantes, pobladores, minorías de todo tipo y sobre todo los/as trabajadores/as, se toman la calle a través de procesos participativos y organizados, estamos en franco camino de mejorar nuestras condiciones de vida.
Tanto los movimientos de Aysen como el estudiantil, son síntomas de que el problema de unos, es el problema de los otros: el capitalismo neoliberal que nos tiene sumidos en verdaderas tragedias personales y colectivas de injusticia y desigualdad, de norte a sur, de cordillera a mar, matices más, matices menos.
n día dije que había un fútbol de izquierda y otro de derecha. Los más generosos, los más artistas, los más cultos siempre fueron de izquierda, siempre estuvieron más cerca de mí que lo otro, el mercado. Un fútbol generoso, abierto, comprometido con la gente, el orgullo de la representatividad, el orgullo de la pertenencia... todo eso que pregono me suena más a la izquierda que a la derecha. Después hay otro fútbol, al que no le importa la gente, solamente le interesa el resultado. Cesar Luis Menotti