Por Orain.- En días de reivindicaciones de banderas y de exaltación, un punto inconsciente, de símbolos -inconsciente según desde qué orilla ideológica se apunte ahora uno al carro- recupera José María Esparza Zabalegi una historia que tiene que ver con Osasuna y los símbolos que portaba y ha defendido históricamente el club.
Una historia que nos devuelve la memoria de un club cuya imagen ha sido distorsionada de forma interesada y cuyos aficionados han tenido que sufrir, hasta hace bien poco, el acoso de autoridades deportivas y extradeportivas, en muchas ocasiones ante la pasividad de los gestores del club, por exhibir símbolos con los que se sienten realmente identificados.
Por cierto, situación que, al menos en parte, ha sido corregida gracias a la intervención de Angel Etxeberria ejerciendo, nunca mejor dicho, su papel de defensor del socio del Club Atlético Osasuna.
El caso es que esa historia que relata Esparza, en un artículo donde recuerda los orígenes de la bandera de Navarra que ahora algunos quieren patrimonializar para usarla como ariete en la defensa de sus verdaderos objetivos, nos lleva a días en los que el club pagaba una estratosférica multa, 250.000 pesetas de las de los años 50 del siglo pasado, por mostrar un símbolo.
Leer el resto del artículo