Definitivamente el inicio del Apertura 2012 del balompié chileno ha sido agitado. Transcurridas recién 3 fechas, ya se registran hechos de violencia ligada al desarrollo de un partido de fútbol, destacando particularmente lo ocurrido hace algunas semanas en Viña del Mar, lo acontecido en Talca en el duelo disputado entre Rangers y Santiago Wanderers el pasado domingo, y por supuesto, el artificio lanzado a la cancha intencionalmente por barristas azules en pleno juego entre Universidad de Chile y Deportes Iquique el día viernes.
Las reacciones, predecibles en cuanto reiteradas hasta el hastío en situaciones análogas anteriores, no se hicieron esperar. Mientras el ejecutivo refuerza la idea de la necesidad del aumento en la entidad de las penas contempladas para este tipo de delitos, la ANFP presenta querellas contra quienes resulten responsables, los directivos justifican su cómoda irresponsabilidad a partir de amenazas, aún no probadas, de los “violentos” y los medios venden barato críticas banales al por mayor. Y por supuesto, todos, absolutamente todos se preguntan, en un tono que media entre lo falsamente lastimoso y lo ridículamente colérico: “¿hasta cuando?”. Que hasta cuando permitimos que los “inadaptados de siempre” se sigan tomando el fútbol; que hasta cuando toleramos que la familia no pueda asistir a los estadios nacionales por culpa de una manga de “vagos” y “energúmenos”, que hasta cuando no ponemos mano dura. Porque claro, los energúmenos e inadaptados tienen tal calidad simplemente porque lo son, porque así surgieron espontáneamente, porque sencillamente son malas personas.