Una árbitra de fútbol suspendió unos minutos un partido porque un espectador la mandó “a lavar platos” y lo reanudó cuando expulsaron del campo al autor del insulto machista.
Marta Galego, en medio en la foto, se encontraba arbitrando el encuentro de la UE Valls contra el Cambrils Unió (Tarragona) en el campo del Vilar en la primera jornada del grupo 6 de Segunda Catalana.
Marta Galego arbitró el encuentro de la UE Valls contra el Cambrils Unió (Tarragona) en el campo del Vilar en la primera jornada del grupo 6 de Segunda Catalana. En el minuto 23, tras una decisión arbitral, un espectador le gritó que se fuera a fregar platos.
Galego aplicó inmediatamente la normativa de la FCF (Federación Catalana de Fútbol) “Cero insultos en la grada”, detuvo el partido y se dirigió al delegado local de la UE Valls para pedirle que expulsara al espectador ofensivo, según publica el digital deportivo “El Travesser”.
Por Futbol Rebelde.- El objetivo de dar a conocer estas tres historias busca generar conciencia respecto a la normalización del insulto machista, sexista y homófobo en el ambiente del fútbol, tanto en las galerías como en la misma cancha de fútbol.
Muchos se escandalizan por cánticos racistas o fascistas, pero incluso las hinchadas que se declaran de izquierda o antifascistas -sobre todo en Latinoamérica-, realizan múltiples muestras de no cuestionar en nada, el uso del insulto homofóbico y sexista en los gritos y canciones que utilizan para menoscabar al rival de turno.
Ojalá avancemos por una senda nueva, donde, desde los hinchas podamos entender que amar a nuestros clubes no significa odiar ni menospreciar a los rivales, mucho menos usando conceptos que segregan a otros por color de piel, país, género, orientación sexual, u otras formas de discriminación comunes y normalizadas. La lucha por la recuperación de los clubes para sus socios e hinchas también va de la mano de una nueva consciencia social y ética de como miramos y jugamos al fútbol, un deporte donde debemos caber todos los hombres y mujeres, excepto quienes lucran con la recreación y el deporte como un derecho social.
1) El árbitro que reconoció públicamente su homosexualidad: Jesús Tomillero, árbitro español, fue el primer colegiado que reconoció su homosexualidad, pero que lamentablemente decidió abandonar el arbitraje tras ser insultado en un campo de fútbol de Cádiz y “ver a toda la grada riendo”.
Por Víctor Minué.- El tono machista, nacionalista-troglodita de los comerciales de la Roja explica y justifica muchos de los prejuicios y fobias que giran en torno al fútbol. Por estos días abundan, como destino irremediable del futbolero, el asado estándar y el piscolero idiotizado, besando siempre «el manto sagrado». Medio en trance por el llamado de la manada embrutecida y misógina —replegar a las mujeres por un mes es una idea torpe y desactualizada—, el hincha de la Roja, a través de estos avisos, parece incapaz de articular un discurso complejo sobre sus emociones. «Lo más profundo del hombre es su piel», proclamó Valéry, hablando de lo mismo. Las honduras y los pliegues de las pasiones no son una frivolidad.
Nuestros publicistas, como se ve, no han razonado intrépidamente sobre esos escalofríos que despierta el fútbol para crear un relato seductor y original. «Se debería construir un discurso narrativo más complejo que la parrilla humeante y repetir que somos los mejores del mundo a cada rato, ¡hasta cuando!», refunfuñó Guarello. Y si nos fijamos con atención, los comerciales no tienen una estructura aristotélica definida: no poseen una progresión dramática más o menos visible, ni siquiera ordenada. Todo es un estallido paroxista de ceacheis, música pachanguera y gritos de energúmenos con pinta de eyaculadores precoces al borde de la posesión demoníaca.
Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizá sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado, una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos. No puede descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita. Ernesto Che Guevara